Hay varias razas de "perros leones" asiáticos, de cara corta y de pelo largo. Entre estas razas figuran el Shih Tzu, el Lhasa Apso, y el Pequinés (y, posiblemente, el Chin japonés).
Los "perros leones", a diferencia de otras razas en china, gozaban de protección durante toda su vida, se le concedían altos honores, y los eunucos, e incluso el ejército, tenían la misión de guardarlos. Se alojaban en la mejor zona del Palacio Imperial, domían sobre las sedas más ricas, y se alimentaban de la mesa personal del emperador. Durante la dinastía Manchú (fundada en 1583) el Dalai Lama del Tíbet tenía la costumbre de enviar regalos propiciatorios de perros Apsos, altamente apreciados, al poderoso emperador de China. Además, los generales manchúes que regresaban de invasiones triunfantes del Tíbet durante el siglo XVIII adquirieron la costumbre de llevar consigo estos perros como trofeos de guerra. Estos perros eran colocados, con gran ceremonia, a los pies del emperador como símbolos de victorias manchúes por los oficiales jóvenes que más se había destacado en la campaña. La cepa fundacional de los Shih Tzu fueron probablemente estos Apsos tibetanos del palacio real chino y los pequineses chinos nativos.
El Shih Tzu del Tíbet se cruzó con el Pequinés. |
Sin embargo, posiblemente el cruce de razas fue más extenso de lo que generalmente se pensaba, aunque no se sabe con certeza si fue intencionado o no. En el Palacio Imperial de Pekín hubo otros perros de cara corta además del Pequinés imperial. Uno de ellos fue la raza del pelo liso antecesora de nuestro moderno Pug. Se considera que el Pug ha sido utilizado en la cría del Bulldog original hasta llegar al caballeroso, ceñudo y regordete perro actual. Por improbable que pueda parecer cualquier relación entre el Shih-Tzu y el Bulldog, llega a ser mucho menos extraordinaria cuando se compara el cuerpo del Shih Tzu, debajo de su densa capa de pelo, con la del Bulldog moderno.